miércoles, 29 de junio de 2011

SÍMBOLOS

                            LOS SÍMBOLOS DEL CAMINO
Simbología
Camino
A veces liso, otras pedregoso, a veces carretera,…. Simboliza la búsqueda de la verdad, de la paz, de la inmortalidad. Implica avanzar y descubrir, arriesgarse.


Sol
Símbolo de la luz que ilumina y da vida. Es constante, fiel y no discrimina: sale todos los días y se ofrece a todos sin condiciones.

Pan
Calma el hambre, recuerda el trabajo y lo cotidiano; compartido, expresa fraternidad y entrega. Comer pan juntos es algo más que saciar el apetito: es solidaridad, amistad y comunicación personal. Ese partir con otros (com-partir) nos lleva espontáneamente a una actitud de agradecimiento a Dios.

Pueblo-ciudad
Hace referencia a la comunidad, pues no vivimos en solitario. Pertenecemos a un pueblo o ciudad con sus costumbres, historia y tradiciones tal y como también las tienen las localidades que nos reciben en nuestro caminar. Eso puede ayudarnos a abrirnos a los demás recordando nuestra propia ciudad y teniendo presente a quienes nos acogen en los lugares por donde pasamos.

Agua
Símbolo de la vida, ayuda a crecer, purifica, estimula, fecunda, limpia; con ella nos lavamos y saciamos nuestra sed. En el camino, sobre todo bajo el sol de Tierra de Campos, descubrimos a menudo su auténtica importancia.

Flores
Símbolos del color y de la fragancia, nos regalan su belleza y perfume sin esperar nada a cambio.


Horizonte
Símbolo del futuro, de lo que nos atrae y nos mueve. Siempre está a la vista pero siempre se aleja. Es lo que hace caminar y da ilusiones. Nos lleva también a las metas de nuestra vida, a nuestras aspiraciones.

Puente
Unión. Firmemente asentado a las dos orillas, no pertenece a ninguna. Vive en el desagradecimiento: los caminantes no se quedan a vivir en él. Sin embargo, ¡qué gran labor ser puente!: entre las gentes, entre las cosas, entre las ideas, entre las generaciones.


Montaña
Dificultad, problema. En nuestro camino las montañas suponen un obstáculo y una tentación al abandono (¡subir al Cebreiro o a los Montes de Oca!), pero también la montaña, una vez ascendida, es símbolo de fortaleza y seguridad que nos permite ver más lejos.

Nube
Oculta al sol pero también lo refleja y lo filtra. Nos da la lluvia vital para nuestros campos. En la Biblia la nube es el lugar de la presencia de Dios: manifiesta su gloria y a la vez la oculta.

Amanecer
Símbolo de la vida que, amenazada por la noche y por múltiples obstáculos y formas, es capaz de salir siempre adelante. En nuestro caminar diario, aprovechemos siempre este amanecer para ponernos en marcha.

Silencio
Comienza con lo exterior: evitar ruidos, ansiedad, impaciencia y ayuda a desarrollar la intensidad y a conocernos mejor. Implica y provoca una escucha atenta: sólo puede oir quien, habiendo bajado el volumen de sus propios ruidos, se torna abierto y receptivo a lo que le rodea.


Calor
El amor nos proporciona siempre una sensación cálida, apaga la frialdad. También el calor hace germinar la semilla, incluso escondida en lo profundo de la tierra.

Tiempo
Símbolo de la caducidad, de la fragilidad de las cosas y las personas, en nuestra vida cotidiana nos falta siempre tiempo para hacer todo lo que queremos. Nuestro peregrinar, sin embargo, nos enseña a caminar olvidándonos del reloj, guiándonos por el paso del tiempo a través de los elementos de la naturaleza.

Llanura
Símbolo del desierto, de la prueba, del espejismo. El peregrino, que no acaba de llegar a Calzadilla o al Burgo Ranero, se cansa de caminar y se pregunta «¿para qué seguir andando si no se llega nunca?». Surge entonces el miedo a enfrentarnos con nosotros mismos, con la vida.

Albergue
En medio del camino es el refugio del peregrino; refugio pasajero porque hay que seguir andando. Es el lugar donde se ejerce la hospitalidad: se recibe al huésped, símbolo del mismo Dios (Mt 25,35). Es además un lugar de intimidad para encontrarse, hablar y compartir.

Fuente
Siempre constituye un motivo de alegría para el peregrino que se detiene a beber un agua que sale de lo profundo y que da vida.

 

NO LO SABÍA

La Vieira                                     La vieira
                    Número 2 del Boletín Informativo de
     la Asociación de Amigos del Camino de Santiago en Cartagena.

    La vieira es el distintivo más conocido que identifica a todo peregrino
camino de Santiago.
    ¿Por qué esta es la señal del peregrino a Santiago? Parece que proviene
desde los siglos primeros, cuando los peregrinos llegaban a Santiago
tomaban este molusco como sabroso y barato que era por su abundancia en
estas tierras y luego se lo cosían en sus esclavinas para indicar que ya
habían pasado por Compostela.
    La vieira es muy común en los mares de Galicia y su hábitat son las
zonas de la boca de los ríos. Prefieren a bancos de arena limpia y firme,
pero a veces se pueden encontrar en zonas fangosas.
    PREPARACIÓN: La forma de abrirlas y limpiarlas es como sigue: se
sumergen en agua templada hasta que se vea que empiezan a abrirse las
dos valvas. Con un cuchillo se despegan del todo y se abren. Se quita con
cuidad el medallón de carne y se elimina el resto de adherencias.
    El medallón de carne de la vieira se corta en rodajitas, las cuales las
freiremos envueltas en harina de maíz o bien rebozadas en harina y huevo.
El modo más común es ponerlo todo en la propia concha con cebolla picada,
aceite, perejil y unas gotas de limón y luego hornearla a fuego mediano
durante unos 15 minutos.


El significado espiritual y artístico del camino no impide que las curiosidades, anécdotas y el sentido del humor acompañen la legendaria ruta. Cada peregrinación es una historia diferente con sus propias vivencias, pero es bueno conocer otros viajes para servirse de su experiencia y no dejar escapar ningún detalle de la aventura.
Dentro de la actividad del caminar propiamente dicha, se han dado y se están dando peregrinaciones realmente extrañas.
  • Por poner un ejemplo, se puede señalar una peregrinación en globo que tuvo lugar hace poco más de un año. De momento, ha sido la única tentativa. Tal vez, la razón sea el "éxito" que tuvo la expedición: el viento sopló en contra y el peregrino acabó en Biarriz.
  • Otra muestra, menos cómica, de trayectos poco convencionales son las "peregrinaciones de degustación". Consiste en visitar sólo aquellos lugares que gusten especialmente. Los "puristas" del Camino de Santiago expresan su disconformidad con esta fórmula que califican "turística más que otra cosa" y afirman que se aleja del camino oficial y verdadero. De todos modos, es una opción que puede satisfacer los deseos de personas con falta de tiempo, eso sí, sin desvirtuar el sentido del camino.
Por otro lado y haciendo un poco de historia, es bonito recordar al antiguo peregrino:
  • El bastón que le acompañaba durante todo el trayecto constituía su identificación como peregrino. Las sucesivas marcas señalaban los distintos pasos del viaje. Hoy día, este rudimentario, y a la vez legendario, identificador del caminante se ha convertido en un pequeño folleto (credencial) donde se plasman los sellos de los lugares visitados.
  • Antiguamente, en muchas ocasiones la gente se "tiraba" al camino porque en él estaban los mejores médicos. También era costumbre realizar el testamento antes de partir porque, de hecho, varios caminantes perecían en el trayecto. Además, entre los muchos significados y utilidades que se le han dado al camino, es curioso recordar que constituía la condena para asesinos, ladrones, etc. Actualmente todo lo anterior está olvidado y ya no hay el peligro de antes.
La alimentación es importantísima para el peregrino, a lo largo del viaje tiene la posibilidad de saborear las comidas de las distintas comunidades. La cocina compostelana está inmersa dentro de la rica cocina regional gallega, pudiéndose destacar entre otros platos los siguientes: caldo gallego, lacón con grelos, la empanada de lamprea, de lomo o de sardinas, la merluza a la gallega, la gran variedad de marisco, desde la vieira a la ostra, desde el percebe y mejillón a la langosta y el centollo, la tarta compostelana y los variados quesos del país. La tarta de Santiago es una receta típica de Santiago de Compostela, de almendras, azucar, huevo, limón y masa de hojaldre.


Polvo, barro, sol y lluvia
es camino de Santiago.
Millares de peregrinos
y mas de un millar de años.
Peregrino ¿Quién te llama?
¿Que fuerza oculta te atrae?
Ni el campo de las estrellas
ni las grandes catedrales.
No es la bravura navarra,
ni el vino de los riojanos
ni los mariscos gallegos
ni los campos castellanos.
Peregrino ¿Quién te llama?
¿Que fuerza oculta te atrae?
Ni las gentes del Camino
ni las costumbres rurales.
No es la historia y la cultura,
ni el gallo de la Calzada
ni el palacio de Gaudí,
ni el castillo de Ponferrada.
Todo lo veo al pasar,
y es un gozo verlo todo,
mas la voz que a mi me llama
la siento mucho más hondo.
La fuerza que a mi me empuja
la fuerza que a mi me atrae,
no sé explicarla ni yo
¡Solo el de arriba lo sabe!

Comer en el camino

  • El cocido maragato
    Plato tradicional de arrieros y trabajadores del campo. De las peculiaridades de este cocido destaca que se come al revés, primero las carnes del cocido, luego las verduras, para acabar con la sopa.

    Debe contener un mínimo de nueve tipos de carne diferentes: de vaca, lacón, patas y oreja de cerdo, cecino, cordero, cabra y tocino, añadiéndose además el "relleno" (hecho de pan, huevo, ajo y perejil), el chorizo y la morcilla.

    Se discute sobre el origen de esta invertida costumbre y hay quien dice que lo pusieron de moda los arrieros que habían de comer en tránsito en olla de barro, aunque parece más que nada fórmula lógica de comida labriega hecha en campo de faena (si se iniciara por lo sopa, vaciando el calor de la olla, se llegaría a las carnes totalmente frías). 
  • Botillo de Ponferrada.
    • SE PONE EN UNA OLLA GRANDE EL BOTILLO, CUBIERTO DE AGUA FRIA, SE CUECE DURANTE 2 HORAS, TRASCURRIDAS LAS CUALES, SE AÑADE EL REPOLLO CORTADO, Y LAS PATATAS CORTADAS EN TROZOS GRANDES, SE DEJA COCER OTRA MEDIA HORA, TODO JUNTO, SE RECTIFICA DE SAL.
    • CON LA ESPUMADERA, PARA QUE ESCURRA EL CALDO, SE PONE EN UNA FUENTE, Y EL BOTILLO SE PARTE EN DOS, SE PONE AL LADO EL REPOLLO, Y LAS PATATAS, NO LLEVA REFRITO NINGUNO. COMO TODO EL CONTENIDO DEL BOTILLO ESTA ADOBADO, LA SUSTANCIA QUE DEJA EN LA VERDURA Y LAS PATATAS ES RIQUÍSIMA.
    • Botillos : Son productos cárnicos embutidos, elaborados con despieces de cerdo: costillas, rabo y lengua. Troceados y adobadas con: sal, pimentón, ajo y orégano y embutidos en el ciego del cerdo. El Botillo del Bierzo, tiene Denominación de Origen.
      Se deben presentar, ahumados con leña de roble y semicurados. Es imprescindible, someterlos a un esmerado proceso de secado, con unas buenas condiciones de temperatura, humedad y aireación.
      El secado, es un proceso difícil, solo para manipuladores expertos, pues es en este proceso, donde el Botillo, alcanza el culmen de su propiedades gustativas.
      Conseguir un buen Botillo, es tan difícil, como lograr un buen Vino. Una mesa con un buen Botillo y un buen vino es un placer de Dioses, que degustamos los humanos.
      Se consume, normalmente cocido, acompañado de Cachelos, aunque existen multitud de exquisitas recetas.
  • Caldo Gallego con alubias y grelos.

    1. Poner a remojar las alubias en las víspera. Al día siguiente Poner a cocer los huesos y las alubias en agua con sal y el unto con el fuego medio durante hora a hora y media. Retirar los huesos e incorporar las patatas cortadas en dados y el chorizo. Retirar el unto y machacar y volver a poner en la olla. Dejar cocer.
    2. Cocer los grelos en otra olla con agua y sal, previamente hay que lavarlos bien. Cuando rompa el hervor apagar el fuego y poner los grelos en la olla donde se cuecen las patatas, dejar cocer 15 minutos más y servir.


    Entrar por Navarra o por Aragón es garantía de sabroso comienzo. Hasta su encuentro en Puente la Reina, ambos trayectos ofrecen muy diferentes platos. En Jaca el rey es el cordero, sobre todo el ternasco, y las migas de pastor. Desde Roncesvalles hasta Pamplona no hay que perderse la trucha a la Navarra. Antaño, como bien narra Hemingway, pescadas en el río Irati. En la actualidad, la gran mayoría procede de piscifactorías naturales, pero conservan la peculiar manera de conjugar pescado y jamón. Un alto en Pamplona o su cuenca: allá donde la campana María de la Catedral llega a escucharse, obliga a probar la perdiz con chocolate, invento local, antes restringido a los meses otoñales, hoy en la carta todo el año. La unión de las dos sendas es antesala de la Ribera del Ebro, donde la palabra verdura adquiere dimensiones mayúsculas. No se puede transitar por estas tierras sin probar su menestra hecha a base de borraja, cardo, alcachofas y espárragos, acompañado por pimientos y cogollos. 

    El sabor riojano, a vino y sarmiento. El horizonte de vides no confunde. Adentrarse en La Rioja, y recorrerla prácticamente al completo es tropezarse con el exquisito sabor de sus vinos, garantía de que también hay buena mesa. Lo más típico sin duda: patatas a la riojana, pero no por común dejan de estar sabrosas, y después, suculentos guisos, enemigos del colesterol, como los caracoles, los callos, el bacalao a la riojana, las costillas al sarmiento de las parras con denominación de origen. El tomate, el pimiento y el calabacín son también muestra de la rica tierra. El postre, no podía ser de otra manera, melocotón o pera al vino, de sus excelentes frutales. 

    Las tierras castellanas son generosas en platos fuertes, como la olla podrida burgalesa, a base de lentejas, alubias rojas, caparrones, lengua de vaca, hortalizas, oreja de cerdo… En Burgos está prohibido perderse su famosa morcilla, la sopa castellana de ajo y pan, y aunque más típico de otras latitudes de la provincia, cobra también importancia el lechazo asado. Eso sí, se debe terminar el día, o empezarlo, con su queso fresco. Llegados a Palencia, es momento de probar la chanfaina, un cocido hecho a base de verduras, y el pisto palentino. Si hay suerte y se está en temporada, habrá que degustar después de caminar una cazuela de cangrejos de río, y comer unas manitas de cerdo rellenas de piñón en Carrión de los Condes. Las perdices y codornices estofadas se han hecho también su hueco, junto a los quesos y un excelente pan. La riqueza de sus mieles se hace presente en los postres, donde también aparecen las empiñonadas, reflejo de sus inacabables pinares.

    León descubre sin rubores una particular mesa. Comencemos por el botillo del Bierzo. Un original embutido relleno de costilla, rabo y demás trozos de carne de cerdo, todo adobado, que se come acompañado de patatas, chorizo y berza. Pero sin duda, lo que no se puede perder cualquier visitante a estas hermosas tierras es el cocido maragato. Es típico de Astorga, con especial fama el que se puede comer en los diferentes establecimientos de Castrillo de los Polvazares. Su principal característica es que se invierte el orden del cocido: la sopa se deja para el final y las carnes, que han de ser de 10 tipos (morcillo de vaca, cecina, lacón curado, oreja de cerdo, costilla, gallina, chorizo, manos de cerdo, y, por supuesto, huesos de sustancia) sirven de aperitivo. A las carnes sigue el relleno, que aparenta ser morcilla blanca pero está hecho a base de huevo, ajo y perejil; después se come el chorizo, la morcilla y los garbanzos; y por último, la sopa espesada con fideos. La carta leonesa también ofrece posibilidades más livianas como ancas de rana, truchas fritas y cecina (carne seca y curada). No hay que perderse, si se encuentra quien la ofrezca, la sopa de trucha, y el arroz con leche. Además, las mantecadas de Astorga son una obligación. 

    Llegados a Galicia hay que abrir la mente. No todo es pulpo, aunque sin duda, en ningún otro lugar lo preparan como en estas tierras. Uno puede aprovechar la estancia para degustar los grelos, que junto con el lacón, producto gallego por excelencia, son los ingredientes básicos de los platos más famosos de la cocina tradicional gallega, como lacón con grelos, cachelos con lacón o cocido gallego. Y todo esto regado por un delicioso Albariño de las Rías Bajas, o un fresquito Riveiro.